new collection
fall winter 2025
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En la quietud del hangar, cada detalle cuenta una historia de movimiento. La luz que se filtra por el metal, el reflejo sobre las chaquetas de cuero, el paso firme hacia el avión. Aquí, el hombre Gutteridge redescubre el placer de partir — no para huir, sino para reencontrarse. El vuelo se convierte en una metáfora de elegancia: una línea continua entre disciplina y libertad, tradición y velocidad. En cada prenda, la promesa de un nuevo horizonte.
En el silencio de la pista, el sonido de una chaqueta al cerrarse vale tanto como el rugido del motor. Lana, tweed y terciopelo se mezclan con el olor a aceite y asfalto. La sastrería Gutteridge se mueve como una máquina perfecta: precisa en los cortes, suave en los gestos. Cada prenda es un engranaje de estilo, creada para el hombre que dirige su rumbo con elegancia natural. Un guardarropa nacido para el viaje, perfeccionado por el tiempo.
El invierno encuentra su forma en las texturas más puras: lanas frías, abrigos cruzados, matices marfil. El hombre Gutteridge afronta la estación como un piloto experto: firme, pero listo para despegar. El reflejo sobre el aluminio del avión amplifica los volúmenes, enciende el tejido, esculpe el perfil. No es solo ropa, es un gesto de presencia. Una manera de atravesar la luz manteniéndose impecable.
La elegancia no corre: planea. En los trajes de raya diplomática y los abrigos de lana, el pasado dialoga con el futuro, fusionando el gusto británico con el alma mediterránea. Es una elegancia que no ostenta, sino que acompaña. El interior del avión se convierte en reflejo del guardarropa: cuidado, sobrio, esencial. Cada tejido cuenta una herencia artesanal que no teme la altitud. Volar, al fin y al cabo, también es una forma de mirarse desde lejos.